Sanctum

Estoy ante un gran dilema, fui a ver la premiere de Sanctum con mi padre en 3a dimensión y me emocioné al ver que eso que ví en Avatar no fue un desvarío; en realidad sí existe tal cosa como la profundidad en una película y parece que las únicas cámaras que lo logran son las diseñadas por James Cameron. Mi dilema es éste: llevar o no llevar a mi hijo a verla; es preciosa, como las mismas entrañas de la tierra, esa madre nuestra a cuyo regazo regresaremos algún día pero también como ella; es fuerte, de piedra y de todos los elementos menos el quinto: hay belleza sin compasión, hay aventura con consecuencias, hay dolor con trascendencia; nos sumergimos a bucear a lugares donde muy pocos humanos han llegado porque ese viaje implica como el de todo gran aventurero quemar las naves y llegar a ese punto del no retorno, o llegamos al final o no llegamos pero jamás damos vuelta atrás. Grutas enormes, ríos subterráneos, catedrales de agua y rocas milenarias como escenario de padres obsesivos ausentes e hijos que comprenden la lección quizás a tiempo, quizás demasiado tarde.

En estos tiempos, está mi hijo de nueve años muy joven para ver la belleza en todo su esplendor?, para experimentar el dolor de la pérdida de un ser querido?, él, que ama la aventura y le encanta lo extremo será impresionado e impulsado, o asustado e intimidado para seguir sus sueños?. En esa edad difícil donde somos niños con capacidad de asombro en un mundo tumultuoso cómo saber que imágenes quedarán grabadas en nuestros cerebros y cómo van a influir en ellos con el devenir del tiempo?. Dice Jodorowsky que el árbol da el fruto y de el pájaro depende alimentarse o envenenarse así que tendré confianza en mi niño y el domingo estaré comprando dos boletos para llevarlo a ver esta película tan hermosa como brutal; mientras pueda, lo llevaré de la mano a ser testigo de eventos de esta magnitud, los aprecie o no; después, él sólo tendrá que encontrar el camino a la superficie.

P. D. Gracias a Milenio Diario por esta magnífica premiere.