viernes, 30 de septiembre de 2011

Mis tardes con Margueritte



Una anciana que cuenta palomas, un diccionario donde te llamas hinojo, una ciudad llena de ratas. Quién me creería?



Un homenaje a todos aquellos que se pierden del mundo exterior y reducen la vida al laberinto infinito de palabras. A Borges y a Elias Canetti y su auto de fe pero también a la gente simple que puede crecer si tan solo alguien creyera en ellos.



Inevitable pensar en Borges cuando uno cae en la reflexión del personaje de Depardieu: "si su vida es la lectura, qué pasará cuando ya no pueda leer; que será de esa persona?" , cuantos de nosotros no lamentamos el decaimiento físico o la muerte de seres de luz, de personas extraordinarios, genios. Hawking, Einstein, Monsivais, Paz... cuantas veces no quisieramos que su luz se prolongara un poco más.



Decía el otro día una frase en el Facebook. Recemos por la salud de Cerati, Dios, si se recupera puedes llevarte a Arjona. Estoy de acuerdo.



Saliendo de la broma: Un agradecimiento a todos aquellos que saben ver las cualidades donde la mayoría vemos el defecto, lo fácil, lo obvio; qué difícil es mirar por debajo de toda la podredumbre humana y sacar el diamante que siempre existe en las profundidades. A esas personas que trabajan en perfeccionar la gran obra y acarician lo que ya es noble, las que saben distinguir la virtud aún en la persona más sencilla. Más simple.



A los maestros cuya aula es un parque, un auto, un café, una biblioteca, un bar.



Para todos aquellos que saben compartir el evangelio que se encuentra de vez en vez en algún libro y que sabemos tendrá una influencia positiva en alguien más, a ellos y ellas que lo dejan libre a pesar de marlo y querer poseerlo por siempre, a aquellos que saben que la vida es seguir transmitiendo y no empolvarse en un cajón.



Pero también un guiño cómplice a todas esas personas que no se saben expresar tan bien, que un libro les suena un mundo parte, quizá pretencioso e inalcanzable, para esos que no saben expresarse mas que con trabajo puro y práctico, porque en las historias de amor hay más que amor. A veces no hay un "te quiero" pero se quieren.



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