A veces me asombro de la cantidad de talento que puede contener una persona, del hecho innegable de que un actor de spagetti westerns... de que Dirty Harry, sea tan buen director de cine; de que sepa elegir tan bien sus lecturas, sus proyectos futuros, de que le debamos a un Sean Penn tan intenso en Mystic River, una salida de escena tan digna de él como en Gran Torino entre tantas otras preciosidades que si sigo no termino. Y todavía se da el tiempo, y el lujo de hacerlo bien; de escribir unas partituras particularmente tristes que me remiten irremediablemente a un salmo de iglesia que hablaba de la vida y de la muerte, justo de lo que habla esta película aderezada con buenas actuaciones y tremendos efectos especiales, guitarra y piano.
Parece ser el mismo Eastwood quien nos responde a través del personaje de Matt Damon cuando lo interrogamos al igual que el niño confundido que ha perdido a su hermano. Y a donde ? Tú debes saber, has hecho demasiadas lecturas.
Todavía no lo sé, responde un sincero y confundido pero iluminado sabio que renuncia a una vida que gira en torno a la muerte, pues, tiene razón; esa no es vida.
Y la película de Eastwood no da respuestas, cómo podría; sin embargo la forma tan hermosa que tiene de preguntárselo, como un viejo pintor que contempla el ocaso de sus días plasmando sobre un lienzo no el ayer sino el porvenir y acepta que hay preguntas válidas que preferimos evadir por imposibles, nos da un poco de esperanza; porque son igual de imposibles al abrazo después de un desastre natural, y tan imposibles como la respuesta a una pregunta trascendente de una persona intrascendente.
Seguiremos buscando respuestas, y en eso se nos va a ir la vida; pero si se me permite buscarlas al estilo Eastwood, entre Dickens y ferias del libro, entre tsunamis y Miterrand, entre explosiones en el metro de Londres y clases de cocina; estaré agradecido.
When the life is over...
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