viernes, 31 de diciembre de 2010

Whatever works


Porque hay películas de Woody Allen tan subvaloradas? joyas a las que nadie hace caso?, pasa que a veces después de Match Point viene Scoop y eso nos da un cierto parámetro pero no siempre es así, antes estaba Melinda y Melinda y después vinieron Cassandra´s dream, Vicky Cristina Barcelona y la película de la que les quiero hablar; tengo que hablarles de ella: Whatever works.
Donde Woody Allen enfrenta todo lo que se puede enfrentar en una relación de pareja: orígenes, creencias, culturas, niveles de inteligencia, modos de vida y nos va invitando a jugar el juego, una vez más; de colonizar al otro mediante el cerebro, mediante el corazón; la belleza contra la razón.
Al ver a Larry David (que crea en su personaje una suerte de Dr. House y Melvin Udall) representar el personaje que casi siempre interpreta el mismo Allen en sus autorretratos pienso en todas esos grandes personajes que se perdieron por la tosudez de Allen de siempre salir a cuadro, pero también pienso que ahora no pensaría esto con nostalgia ni sonreiría levemente al ver las similitudes entre la interpretación de un actor y el personaje de la vida real; en ningún otro lugar tanto como en el cine de autor se puede ver este fenómeno, y más si el autor es un judío maniático depresivo intelectual y existencialista con excesos como el de hacer hablar a su personaje principal a la audiencia o llamar aparte a la cámara, a lo Zack Morris, quizás por estos detalles muchos están cansados del cine de Woody Allen, sin embargo al ver el montaje en el museo de cera, la sutil transformación del personaje de Evan Rachel Wood (probablemente la mujer más hermosa sobre la tierra) contrastando con la violenta transformación del personaje de Patricia Clarkson, al oír las amargas palabras de Boris en una escena por demás emotiva, así como sus interminables elegías; nos damos cuenta de que aún hay un genio vivo y que está haciendo un cine humano y valiosísimo.
Me quedo con la forma en que New York golpea a sus personajes y los hace sufrir una metamorfosis, el cineasta parece decirle a su amada ciudad que la extrañó y que ahí está su merecido homenaje: que la adora y le tiene miedo por el efecto que tiene sobre las almas de las personas, o sus mentes en todo caso; sacando lo mejor y lo peor de nosotros, o quizás no sea la ciudad; quizás sea el alejarnos de las personas que nos juzgan y no nos dejan ser, de aquellos que nos aman y nos atan en el nombre del amor.
No sé si soy yo, que represento a, digamos un público maduro, pero los momentos del romance entre los dos personajes principales tan contrastantes se me figuraban mil veces más interesantes que observar el clásico amor romántico entre una pareja hecha en el cielo; de todos los tipos de amor que vemos en este diorama nada me convence más que el amor dispar, estúpido y absurdo de Boris y Melody, es más real por imposible (y por real no me refiero a común)la unión de la amargura y la inocencia...pero la inocencia dura más. Y el resto de el personal se conforma con l oque sea que funcione.
P. D. Al ver el final de la película quedé patidifuso, hoy es 31 de Diciembre y Woody Allen decide terminar de manera optimista con un gran mensaje de Año Nuevo, coincidencias que nos regala el cine a los que no nos separamos de él.
When the year is over fade to black.

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